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Deconstrucción del discurso: “Todo lo que no me conviene es terrorismo”

Actualizado: 3 jun 2020

Ser anti-antifascista, es ser fascista.


A propósito de Trump y las expresiones de racismo en todo el globo.


#blacklivesmatter


¿Por qué deconstruir el lenguaje?

Desde el siglo XX en adelante, el lenguaje es la piedra angular de la acción popular. Los discursos expuestos a gran escala -aparentemente- son los responsables de la movilización de las masas. Ojo, hay otras razones, pero el discurso pareciera ser el combutible de la llama. Tales han sido los casos de los primeros fascismos. No olvidamos que Hitler, Franco o Mussolini utilizaron la televisión para expandir a gran escala sus discursos y convertirse en generadores de opinión, también a grandes escalas.


Luego, la televisión fue la primera herramienta de colonización cultural de los ganadores de aquellas guerras: Hollywood y las producciones norteamericanas. Aquellas obras maquilladas de entretenimiento -ahora lo sabemos- no eran nada ingenuas, sino que reproducían estereotipos y modelos de actuación del buen ciudadano. Entre otras muchas, el rol de la mujer es bastante claro: en la década de los 50 tuvo un retroceso respecto de los años 20, por ejemplo. Y esto se debe a la construcción de discursos de parte de los poderes de turno, visibles (como los políticos) o invisibles (como las compañías y capitales).


Así, se entiende que es fundamental no perder el foco cuando un poder habla, porque no sólo dice lo que dice. En el actual contexto es atinado preguntarse a quién le habla el poder de turno y para qué, con la pretensión eludir las reproducciones ingenuas de dicho discurso.


Veamos, Trump hablando del “virus chino”, metiendo en la misma bolsa a pueblo y Gobierno y fomentando la xenofobia, pareciera ser sólo porque en sus fines políticos es “útil”. Además de que nadie duda del racismo hostil que palcia directamente. Lo que pretendo agregar es la utilización del racismo con fines políticos.


Entonces, el fin de Trump es acusar al Gobierno chino de haber lanzado un arma biológica, y confunde -no ingenuamente- a gobierno y pueblo. Con esta acción quiere crear al enemigo común de los estadounidenses, los chinos, obviando por supuesto en su escueta capacidad de gobierno y de reflexión, que dentro de su propio pueblo se encuentran chino-americanos o inmigrantes que hacen a su propia economía local.


No obstante ello, Trump se aferra al racismo de cara a la guerra comercial con China, pero resulta que también ataca a los propios ciudadanos americanos, distintos de él, claro está, los afrodescendientes. Nuevamente olvidando -no ingenuamente- toda una historia de guerra y sangre dentro de los confines de esa nación por causas racistas. Del mismo modo, lo ha hecho con los inmigrantes, o, simplemente, todo aquel que no sea "útil" en sus fines escuetamente políticos.